la escritura y la muerte

desde la desesperación por escribir

se levanta la monstrua enardecida

sino escribo muero

muero al escribir, pero no es trágico

he muerto de a poco en estos tiempos que la pluma chorrea la tinta que no uso

el teclado mudo de mí

el corazón putrefacto por enésima vez y contando

escucho la historia de pizarnik y me siento cercana a su locura

la transcripción de los fantasmas

la niña eterna incapaz de resolver lo doméstico con dignidad

pero mi poesía no tiene el cuerpo

que tuviera aquella con que se arrancó la vida alejandra

porque a nadie la interesa saber cómo una pájara merodea el alpiste

vuela sin probar bocado

su cabeza se estrella en el pavimento

y su cuerpo aterriza estrepitoso en medio de las avenidas

tiemblo

escribo que no quiero morir pero a veces vuelve ese fantasma de la infancia

ese fantasma infinito que sabe a moho y no tiene voz

sino un chasquido que afortunadamente nunca ha logrado convencerme

amo demasiado la vida me digo

pero a veces

es un laberinto ajeno a mis sueños

códigos, números, contraseñas que se desdoblan y hablan en mensajes grabados  máquinas que quieren responder a lo que necesito pero nada tienen que ver con mis anhelos

bailo y escribo y sino muero

estoy muriendo

por que la danza quedó aplastada entre la cajas de la última mudanza

y las letras empiezan agredirme desconfiadas

son plantas descuidadas en el patio

que yo insisto en regar torpemente sin considerar las épocas del año y la inclinación del sol en sus trayectorias

pasan tantos días sin agua muriéndose de frío

que van a retirarme sus favores

tengo miedo

tengo miedo de la locura que se instala cuando la desesperación me habita

y toda mi munda es un caos

en donde las cosas mismas se esconden despavoridas de las acciones que emprenderán en la entropía de mis actos

otra vez

debo recoger las piezas del fondo de las aguas

y yo que me creí en la balsa

mientras se alejan de mis manos

los pequeños objetos

de esta eterna contrucción que se detiene una y otra vez

frente a mis ojos

incapacitados para ver como me orillo al abismo

sin descanso

sino hasta cuando ya estoy pendiendo de un hilo

y empujada por el viento

así soy yo

no hay marcha atrás

pensar que se regresa por el mismo camino

es una fantasía que no me trago

 

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